¡Hola!
Me siento feliz de darte la bienvenida a este espacio que hoy ve la luz por y para ti.
Comienzo una etapa emocionante y motivadora. Mi sueño se ha hecho realidad y la ilusión con la que lo he creado está presente en cada palabra. Deseo que aquí encuentres la comunidad de apoyo que necesitas y que te sientas acompañada/o y segura/o en cada paso que des a lo largo de este proceso de transformación. Puede que ahora te parezca una labor titánica, pero: ¿qué es la vida sino una sucesión de pequeñas conquistas? Todos y cada uno de nosotros somos el héroe de nuestra propia historia.
¿QUIÉN NO HA SENTIDO EN ALGÚN MOMENTO QUE HA PERDIDO EL RUMBO, SOLO E INCOMPRENDIDO, JUSTO CUANDO MÁS NECESITABA QUE LE TENDIERAN UNA MANO; O INJUSTAMENTE JUZGADO POR SU FORMA DE HABLAR, ACTUAR, PENSAR O SER?
Yo también me sentí así durante años. Como ya te he contado nací con TDAH, pero también fui bendecida con una persona que iluminó mi camino: mi abuelo materno.
Esta es parte de nuestra historia y quiero compartirla contigo.
Cuando era pequeña recibí muchos calificativos negativos tanto en mi casa como en el colegio, que si no puedes estar quieta, que si no puedes estar callada, que si no te esfuerzas lo suficiente, que si siempre lo cuestionas todo, que si eres muy lenta, que si eres una rebelde…. Todo eso me hizo sentir diferente y peor que los demás, como si algo no funcionara bien en mí.
Sentía que no encajaba en este planeta.
Por suerte en mi mundo contaba con una persona que veía más allá de esas etiquetas que tanto me pesaban, mi abuelo Miguel. Recuerdo que me llamaba “chata barata, nariz de patata”, él siempre me hacía reír y sentirme bien conmigo misma.
Me decía que, aunque en ese momento nadie más fuera capaz de ver lo que escondía en mi interior, él sí lo veía con claridad y que algún día yo también lo haría, lo dejaría salir y se lo mostraría a los demás con orgullo.
Aunque yo en esa época no alcanzaba a comprender a qué se refería, recuerdo vivamente cómo me hacían sentir sus palabras. Fue la persona más importante de mi niñez, él fue mi estrella en el camino, siempre creyó en mí y me dio el apoyo y amor incondicional que todo niño debería sentir.
Mi abuelo me iluminó
La visión de mi abuelo se ha hecho real, he hecho mías sus palabras y lo he convertido en mi misión en la vida.
Tengo la certeza que allá donde se encuentre me está observando con una sonrisa en su rostro, feliz por haberme permitido brillar y por ayudar a otros a que también lo hagan.
Compartir su regalo con los demás es la mejor forma de honrar su memoria.
Todos tenemos una luz en nuestro interior, sin embargo, hay momentos en que no logramos encontrar el interruptor para prenderla y necesitamos ayuda para hacerlo.
Yo tuve la suerte de contar con mi propia estrella, esa que iluminó mis momentos de oscuridad y me enseñó cómo hacerlo por mí misma.
Todos los niños deberían crecer con alguien que ilumine su rumbo.
¿Te gustaría ser la estrella que guíe el camino de tu hijo?
Deja una respuesta